REVOLUCIÓN, EL PUEBLO, Y UNA PIZCA DE DEMOCRACIA
SEGUNDA PARTE. FINAL
- Problemas de oficio –. Respondió impertérrito el ciudadano Robespierre.
- Sí, es lo que yo digo. Nunca se nos paga verdaderamente nuestro insigne
trabajo por la República. Señoría, los verdugos necesitan ser recompensados.
Nos hemos permitido elegir el mismo cuenco que usamos para Maria Antonieta ¿le
importa? Es el mejor, esa golfa que derrochaba en grandes fiestas rodeada de
pasteles mientras el pueblo pasaba hambre.... pero me pareció una injusticia.
- ¿Cual su sentencia?
- No, no....que no se me eligiera a mí para cortarla la cabeza, soy el
verdugo con más experiencia de París, me correspondía por méritos de sobra, era
la culminación de mi larga carrera, me indigne, yo debía haber ejecutado a la
reina y no ese novato de...
- Todos tenemos nuestro papel en la historia aunque escriba torcida.
- La historia de la revolución la escriben grandes pensadores, como sus
amigos, que también perdieron la cabeza.
- La historia de la revolución empezó porque Francia rebasó todo límite
de deuda pública y no podíamos pagar los préstamos a los banqueros alemanes. Se
convoco a los tres estados, y los nobles y la iglesia se negaron a colaborar
diciendo que la burguesía pagase los intereses de los bonos, entonces parte de
los nobles y la burguesía....se aburre...
- Esa historia me suena. Unos se endeudan sin pensar en que deben
devolver esas deudas y luego vienen los del norte y te ponne de rodillas. Al
final tengo la impresión que la historia es un bucle y que...
- Me hablaba del cuenco elegido para....mi cabeza.
- Cierto...es amplio, la sangre no rebosa por los bordes mientras se
vacía la cabeza. Es de buen gusto enseñarle al pueblo las cabezas importantes.
Y aquella reina, Maria Antonieta, la de los vestidos caros y fiestas con
corruptos, tan elegante y valiente....a pesar del miedo que sentía, y que pensó
que usted no firmaría su sentencia votada por nuestros insignes diputados, vino
hasta el cadalso atractiva, una reina encantadora camino de la muerte, con su
crucifijo, joven austriaca que no entendió porque había ocurrido lo que ocurrió
en París...pero tenía razón usted, uno de sus bonitos pendientes valía la paga
de mil trabajadores. La chusma la insultó claro está por ese tipo de detalles,
como harán con usted, pero es normal, es la democracia todos tienen derecho a
decir lo que les place. Por eso la instauramos, la democracia del pueblo y para
el pueblo. Aunque con tanto baño de sangre uno no termina de distinguir que
desea el pueblo a veces, si venganza o justicia. Menos mal que no hacemos
juicios ya, usted lo hizo todo más rápido nada de pruebas y pequeñeces.
- La gente, el pueblo. - se volvió Robespierre hacía la muchedumbre que
había cogido sitio desde muy temprano - Obsérvele, todos se han traído la
merienda para poder asistir a la ejecución. Algunos se habrán comprado su
cuartillo de Borgoña para creer que deben mi sangre mientras me guillotina.
Otros, su longaniza para creer que comen mis chorreantes entrañas.
- Olvídese del pueblo. Ya le digo que es muy maleable ¿Quiere algún
recuerdo en especial?
-¿Recuerdo? -. Preguntó Robespierre como si todos los presentes hubiesen
sido borrados.
- Sí, está muy de moda que se guarden los ojos de la víctima para un
familiar. Este los coloca en una vitrina y los enseña. Proclaman haber quitado
un traidor a la causa en la propia familia.
- No –escéptico -, No tengo familiares. Mandé guillotinar a casi todos.
Incluida mi mujer. Mi hermano no, anda por ahí.
-¡Es verdad su bendita mujer! El que lo hizo es un inepto, tuvo que
repetir la operación cinco veces. En cada intento dejaba la cabeza a medio
cortar. Sufrió mucho, un mal trabajo.
- No crea, siempre chilló como en su último día la desdichada. Era capaz
de terminar con la calma del mejor santo.
Sube alguien del comité al patíbulo.
- Quieren darte prisa, están contándose una lección de historia de la
Sorbona acaso, la gente se impacienta y la democracia también.
- Sí. Ya vamos... ¡Prisas! hay días que guillotinamos a cientos y otros a
un tembloroso rey, o ex presidente como su caso, pero al final siempre tienen
prisa porque baje la hoja afilada.
DATO HISTÓRICO:
En el año 1794 en París, el ciudadano Robespierre, presidente del Comité
para la salud pública de la Revolución, fue ejecutado junto con los ciudadanos:
Saint-Just, Lebas y Couthon. Agustín de Robespierre, hermano del dirigente, se
lanzó desde una ventana del hotel De Ville en su intento de suicidio. Moribundo
fue llevado (arrastrado) a la guillotina.
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