sábado, octubre 8

DESMANTELAR I

                                                                                                    Fotografia de Anja Buhrer

El amor embadurnó de barcos ardiendo silenciosamente mi piel y mi lengua. Haciendo que ríos y canales trajesen naves dibujadas con mano temblorosa a pluma, esas tardes en que la lluvia atravesaba las jarcias, en el velamen suplementario y los cascos artillados de galeones heridos por asesinos bucaneros. No había piratas románticos en esos mares, no los había en todo el horizonte.

Se quebró entonces la rueda de apoyo, y girando la cabeza hacia atrás sintió la primera punzada, ya no había frialdad en la relación y los besos. La campana de cristal destapó al actor que protegía y el guión por fin acabó. Tan sólo el silencio antes de recibir el golpe, ya no habría algo que hiciera de pared donde apoyarse buscando refugio, ahora todo lo siguiente era intranquilidad y el sosiego desaparecía para jamás retenerlo, ni siquiera como concepto podía ser ya atravesado, por el sentimiento que provoca no poder asir más amor que aquel, que un día fue dado.


NOTA (El poema en prosa consigue muchas veces la densidad y el movimiento de líneas arguméntales que el poema natural en versos no te deja en sus suspiros fugaces, el contenido y la forma perfecta esperan de algún modo en pinceladas, sin tener que hacer economía de unas palabras y sin tallar cada una de las olas que llegan, en ese momento y dentro de lo que se intenta expresar, no hay una guerra fratricida entre la cabeza, el yo incógnito, y esa fuerza tenue y a la vez como una sierra en la carne, que dictan el texto desde las ideas que nadie esperaba antes.)


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1 Comments:

Blogger Dolors López said...

El equilibrio entre el yo y la mente a veces resulta de la extrañeza entre los amantes que han quebrado el amor. Se instala el desconcierto y el querer y no poder.
De los mejores creaciones Francisco desde mi humilde opinión.

octubre 08, 2016 7:08 p. m.  

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