EL TENIENTE EMERSON - PARTE 1
Somme, julio de 1916
El teniente Emerson, recorría la trinchera secundaría, la llegada de
nuevos batallones había atestado los refugios desde la primera hasta la cuarta
línea de trincheras, después de un cuarto de hora, había llegado al sector
donde estaba su regimiento y los soldados le reconocían mientras tomaban café o
se afeitaban, seguía las indicaciones que los veteranos tommys, habían llenado
con nombres de todo el callejero londinense, las diversas bifurcaciones,
caminos y galerías del sistema de trincheras que empezó a construirse en 1914,
parecía el centro de la capital del Imperio Británico.
- Voy bien para el refugio del capitán Plumer.
- Si, no se olvide, trasbordo en Oxford Circus.
Era fácil perderse en este laberinto, que crecía con calles, túneles y
cuevas cada vez más intrincadas, si, es verdad, la guerra que iba a durar unas
semanas ya nadie sabía si sería infinita.
Llegó a la entrada del refugio, un agujero empinado hacía la oscuridad que parecía la boca de una mina alumbrada por lámparas mortecinas, una gruta para condenados. Según bajaba el olor a tabaco lo inundaba todo, Henry Plumer no paraba de fumar, era un viejo capitán que sufría enviando a la muerte a cientos de muchachos.
- Capitán, me ha hecho llamar.
Emerson se cuadró un instante, el capitán dejo de jugar con su radio y le
dio una palmada en el hombro para que olvidase la formalidad.
- Si Emerson le he llamado...¿usted estudió en Cambridge verdad?
- Si señor, lengua griega e historia de la literatura occidental.
- ¿Qué hacía cuando fue movilizado?
- Daba clases, si quiere que le diga, no seguía mucho el programa
escolar, intentaba hacerles entender todo lo que fue la Grecia clásica y luego
Roma, no se si lo conseguía.
- Seguro que era buen profesor,
- Me temo que no señor, debía aburrir a las señoritas del barrio de
Greenwich con mis peroratas sobre los
griegos.
- Los griegos...que hubieran hecho en esta maldita guerra para
terminarla...
- No lo sé, la guerra del Peloponeso duró cuarenta años... ahora esa persona
que fui, la que salió hace nada de la universidad...no existe... no creo que
pudiera volver a dar una sola clase en Inglaterra.
- No diga sandeces, - el capitán miró al techo de su refugió cambiando de
tema - ¡Ellos! los espartanos si que sabían luchar...saldrían de estos agujeros
y por lo menos - hizo un gesto aspirando todo el humo posible de su cigarro -
morirían con honor.
- Ya le he dicho - se resigno el teniente - que no pienso mucho en mi
anterior vida, - y como viendo una fotografía delante de él añadió - nosotros
también estamos muriendo por decenas de miles...con honor.
- De eso quería hablarle - el semblante del capitán cambió, formándose el
rostro más duro del mando - he visto en la preparación de la hora cero de esta
mañana, que se ha ofrecido a ir en la primera oleada.
- No me he ofrecido, es mi compañía la que va capitán, alguien debió
olvidarse de mi nombre.
- Me gustaría conservar un teniente cuando mañana acabe el día Emerson.
El teniente le miró fijamente, y estiro su cuerpo como si de un acto
defensivo animal se tratara antes de responderle muy lentamente.
- Mi capitán, son mis hombres, son mis compañeros, es la gente que yo he
entrenado,
- Emerson..
- Voy con ellos en esa oleada -.Cortó al capitán.
Henry Plumer, se sentó entonces y encendió otro cigarro de olor intenso,
miró al joven teniente, aspiró hondo haciendo una mueca simiesca, después sin
mirar a su subordinado se despidió.
- Lo he intentado Emerson, que Dios le de suerte mañana.
- Capitán, - sonó en el refugio un taconazo - a sus órdenes.
El teniente salió de la estancia viciada, dejando al viejo Plumer
meditando, nada más abandonar la cueva con olor a tabaco fuerte, se encontró a
uno de sus cabos mayores, el más jovial de todos en los momentos de peligro.
- Cabo Pitt, está usted aquí, - se quedó mirando lo que hacía con
profunda curiosidad -¿por qué remienda todo el tiempo esos calcetines? Le he
visto hacerlo también ayer.
- Lo estoy haciendo otra vez, es una manía... Mi teniente, cuando estuve
en Surrey en mi permiso, la última imagen de mi mujercita fue viéndola coser
estos calcetines, estaba obsesionada con que no pasara frío en los pies, en
estas putas trincheras, perdón señor.
- Pero porqué los vuelve a coser hoy, si ya lo hizo.
- Hace que el recuerdo de ella este más vivo, me acerca a ella a pesar de
tanta distancia, cuando los coso parece que estoy a su lado, jeje - sonrió como
haciéndose el tonto - nos estamos volviendo locos en estas trincheras.
- Descanse cabo Pitt, la mañana será dura.
- No creo que nadie duerma esta noche, ni los boches, que saben que algo se
les viene encima, usted vendrá con nosotros, los hombres se han enterado .- se
cuadro en un instante -.A sus órdenes mi teniente.
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