LA INSURRECCIÓN POÉTICA
Fotografía. Ráquel López Chicheri
No me gusta que los libros se mojen
ni andar diciendo palabras vanas,
tampoco odiar a lo que antes quería.
Por ello pongo en venta mi cabeza,
a cambio de la pureza de un par de versos;
(mi cabeza o la de cualquier insensato)
Vendo cada uno de mis dedos, derechos e izquierdos,
vendo mis intestinos, mi hígado,
la columna vertebral, y el pecho.
Vendo mis arterias porque nunca se
prostituyan unos versos.
O lo hagan de manera elegante.
Regalo el cerebro por una hora con Baudelaire.
Vendo el polvo de mis huesos a cambio
de seguir sintiendo el roce del arte.
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